¡A LA MESA, TRADUCTORES!

Ya estamos en el mes de mayo… ¿cuántas personas estarán planeando sus vacaciones de verano? ¿Qué país querrán visitar? Viajar a otro país no consiste solamente en recorrerse las calles del centro, ir a los puntos más emblemáticos y admirar los monumentos. El turismo gastronómico está a la orden del día. Cuando vamos al extranjero, nos mostramos dispuestos a empaparnos de la cultura en la que nos adentramos. Eso incluye la comida. Hablaremos de la traducción gastronómica

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Pero ya el humorista Goyo Jiménez bromeaba con el hándicap de tener que leer la carta de un restaurante en otro idioma y decía: «¡Como en España, en ningún sitio, de verdad!». Claro, porque por mucho que nos guste probar cosas nuevas, queremos saber qué nos estamos llevando a la boca. ¿A que sí?

Esa es precisamente la razón por la que existe la traducción especializada en gastronomía. Esta rama de la traducción se encarga de traducir las cartas y páginas webs de restaurantes, así como los libros de recetas, por ejemplo.

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Dificultades de la traducción gastronómica

Estos textos requieren cierta especialización porque no son una mera lista de alimentos. Los platos típicos, sus ingredientes, la forma de prepararlos y de presentarlos están indudablemente impregnados de su cultura original. A este respecto, debemos señalar que la combinación lingüística con la que estemos trabajando también determinará las posibilidades de adaptación del texto. En esta ocasión nos centraremos en la traducción de inglés y español.

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Una de las dificultades que nos encontraremos con toda certeza en la traducción de recetas son las unidades de medida. Los ingleses se manejan con ounces (oz) y con pounds (lb), mientras que en España solemos utilizar gramos y kilogramos.

Otra gran dificultad es que a menudo los usuarios de la cultura origen y los de la cultura meta no tienen acceso a los mismos ingredientes. Esto puede ocurrir porque en la cultura meta no exista la costumbre de consumir el producto del texto original. También podemos encontrarnos recetas que recomiendan, por sus características, una marca específica que no se comercializa en el país meta. ¿Cómo podemos traducir una receta para un destinatario que desconoce los ingredientes utilizados?

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También debemos tener en cuenta que la terminología puede variar según la zona geográfica para la que estemos traduciendo. En Argentina se habla español, pero allí un «batido» es un « licuado».

Además, los platos típicos de un país se caracterizan precisamente por no ser internacionales. Por tanto, no existe una forma de denominar esa preparación en el extranjero. ¿Cómo podemos hacer entender en qué consiste un plato si no podemos traducir su nombre?

Soluciones para la traducción gastronómica

Ante todo, es fundamental que quien se encargue de traducir entienda el texto que tiene delante. Debemos tener presente también quiénes son los receptores del texto original y del texto meta, así como sus respectivas culturas. El factor cultural no podemos pasarlo por alto, porque estos textos son especialmente susceptibles de necesitar adaptación para sus destinatarios. De ahí que de su traducción no pueda encargarse cualquiera, si se desea conseguir un resultado óptimo.

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Las unidades de medida habría que adaptarlas, empleando las que suelan utilizarse en la cultura meta y haciendo la conversión correspondiente de las cantidades. También habrá que explicar los ingredientes extraños. Si el receptor meta no tiene posibilidad de conseguir el ingrediente indicado por diferencias geográficas o culturales, habrá que plantear la posibilidad de sustituirlo por uno parecido que sí conozca.

Como muchos platos típicos no tienen una traducción acuñada, es frecuente recurrir a describirlos en las cartas de los restaurantes. Esta es una buena solución para informar a los clientes turistas de lo que se les está ofreciendo. Sería la solución factible para explicar qué es el «cocido madrileño» o la «fabada asturiana», por ejemplo. Sin embargo, este recurso no sirve solo para ayudar a los extranjeros. La amplitud del mundo gastronómico incluye platos extremadamente locales que ni siquiera los de la región vecina conocen. Muchos sevillanos, por ejemplo, no comprenderían qué son los «paparajotes de Murcia» si no se añade alguna explicación.

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Más ejemplos de traducción gastronómica

Hay platos típicos que se han hecho mundialmente famosos gracias a distintos tipos de adaptación al idioma extranjero. El gazpacho, por ejemplo, no cambia de nombre, pero se conoce como una sopa fría de tomate hecha con hortalizas crudas y que se sirve fría. Si se desconoce el plato, es importante incluir la descripción completa, porque la sopa de tomate es una comida distinta. Lo que nosotros llamamos «tortilla de patatas», los ingleses ya lo conocen como «Spanish omelette», al igual que nosotros denominamos «tortilla francesa» a la que no lleva patata. De ese modo, se destaca el lugar de origen de esa delicia, lo cual también llama la atención de los turistas.

Para este tipo de textos, es mejor huir de las traducciones literales, ya que inducen a errores graves. Si traducimos literalmente «brazo de gitano», «huesos de santo» o «lenguas de gato», los turistas huirán del restaurante, en vez de sentarse a probarlo.

Así pues, traductores, sentémonos a la mesa para ayudar a los turistas a degustar cómodamente las delicias de la cocina española.

 

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