El documento original tiene un error, ¿qué hacer?

No cabe duda de que todo traductor debe conocer el texto original que tiene entre manos antes de ponerse a redactar el texto meta. De eso ya hemos hablado en otras ocasiones. Pero si dentro del mundo de la traducción hay algún ámbito que sea especialmente meticuloso y quisquilloso, ese es el de la traducción jurada. ¿Lógico, no? Un traductor-intérprete jurado da fe de que su traducción es fiel al texto original. Si por cualquier desliz esta fidelidad se pone en tela de juicio, o sea el documento original tiene un error, son el traductor jurado y el cliente quienes se la juegan.

 el documento original tiene un error

Errar es humano, claro. ¿Somos humanos? Sí. Pero eso no nos vale. Del trabajo del traductor jurado depende todo aquel que necesite presentar documentos oficiales ante autoridades extranjeras. Y está claro que ningún traductor jurado que se precie querrá  arriesgar su profesión ni perder a sus clientes. Por ello, la meticulosidad ha de ser nuestra compañera más fiel. Nuestra creciente autoexigencia, que nos lleva a buscar con ahínco la perfección en nuestro trabajo, nos convierte en buenos profesionales.

 el documento original tiene un error

Genial, así conseguimos evitar errores de traducción. Pero, ¿qué pasa si el el documento original tiene un error? Volvemos pues a lo que decíamos al principio: es imprescindible conocer bien el texto con el que trabajamos. Hay que escudriñarlo, desmontarlo, entenderlo por completo para que nada se nos pase por alto.

Muy bien y, una vez hecho eso, ¿qué? Pues depende. Si todo está en orden, podemos empezar a traducir. Pero si el documento original tiene un error, se nos plantea un nuevo dilema: ¿fidelidad o corrección? Si escribimos un texto meta que refleje exclusivamente lo que aparece en el original, estaremos repitiendo el error. Por otro lado, si nos limitamos a escribir en el texto meta lo que creíamos que debería poner en el original, en lugar de lo que pone realmente, estaremos jurando la fidelidad de un documento que no es del todo fiel. Ambas alternativas podrían tener consecuencias legales nefastas.

 el documento original tiene un error

¿Qué hacemos entonces si el documento original tiene un error?

Tranquilidad en las masas, que no está todo perdido. Entre el blanco y el negro, la labor de traducción cuenta con una amplia gama de grises. A menudo estas opciones pueden sacarnos de un aprieto.

En caso de encontrar en el documento original un error, una de las opciones más socorridas es explicar el error y su corrección mediante una nota del traductor a pie de página o entre corchetes. Otra opción es escribir a continuación del error la  palabra latina sic, que indica que el error es una transcripción exacta de otro texto. En este caso la palabra sic iría entre corchetes junto con la corrección que el traductor aporte. Por ejemplo: la chico [sic, por «chica»].

 el documento original tiene un error

Con este as bajo la manga, podremos incluir la certificación jurada pertinente en la traducción de los documentos imperfectos que nos lleguen, manteniendo nuestra conciencia tranquila. Así, podremos seguir buscando la rigurosa perfección en todo lo que implica nuestra labor sin tener que responsabilizarnos, además, de los errores ajenos.

 el documento original tiene un error

El escritor invisible

¿Quién es el escritor invisible?, os preguntareis. Hagamonos antes otras preguntas. ¿Quién ha escrito, por ejemplo, El Señor de los Anillos? Estoy convencida de que el nombre de Tolkien se os ha venido a la mente en menos de un segundo. Incluso a los que no os habéis leído el libro, ¿a que sí? También sé que la inmensa mayoría de los fans españoles de la saga se la han leído en español, ¿verdad? Sin embargo, ¿cuántos sabríais decirme quién se ha encargado de realizar la traducción de esta magnífica obra? Lo estáis buscando en internet porque no tenéis ni idea de quién fue, ¿no? Tal y como imaginaba.

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Quien es el escritor invisible

Pues bien, esta es precisamente la razón por la que a los traductores literarios se nos conoce como «escritores invisibles». Y este sigue siendo un tema de actualidad porque todavía la labor del traductor literario está muy poco reconocida. ¿Por qué no se reconoce nuestro trabajo? Supongo que todavía hay mucha gente que piensa que la de un escritor no se puede comparar a la del traductor. Efectivamente, son trabajos distintos, pero muy parecidos.

escritor invisible

De un escritor esperamos que sea creativo, que tenga capacidad de inventarse historias originales y que maneje bien su lengua. Que  sepa expresarse correctamente, transmitir lo que pretende y que cautive al lector creando belleza por medio del lenguaje.

escritor invisible

Que se pide a una traducción

Por su parte, una buena traducción es aquella que cumple la función para la que está destinada. Por tanto, sea cual sea la intención del escritor del texto original, el traductor debe saber transmitirla mediante su traducción a la cultura meta. Así pues, una traducción de una novela de suspense deberá mantener la incertidumbre; la de una comedia deberá resultar divertida; la traducción de un poema deberá transmitir su mensaje con ritmo y belleza;  la de la tragedia debe despertar la compasión del lector; la traducción de una novela de terror debe dar miedo, etc. Para conseguir este objetivo, el traductor literario necesita ser creativo, pues debe encontrar la manera de transmitir lo mismo que el texto original a un público con una cultura diferente.

De este modo, es imprescindible que el traductor se ponga en la piel del escritor del texto para entender los secretos que esconde la obra que tiene entre manos: ¿qué quería transmitir el escritor? ¿Por qué lo ha expresado de esa forma y no de otra? ¿Los dobles sentidos, los juegos de palabras y demás figuras literarias que aparecen se han utilizado intencionadamente? ¿Para qué? ¿Cómo se puede trasladar todo eso a la cultura meta?

escritor invisible

Problemas del escritor invisible

Este es el quebradero de cabeza constante del traductor literario. Porque es a la vez lector y escritor con entusiasmo y vocación. Es un inventor de textos que media entre culturas. Un profesional que escudriña cada detalle del texto original y que juega con las palabras para adaptarlas. Transforma el texto original en un texto meta con el mismo mensaje y belleza similar, para que la cultura meta lo entienda y lo acoja con naturalidad.

En cierto sentido, quizá la invisibilidad del traductor debería interpretarse como un halago, porque si los lectores del texto meta lo encuentran tan natural que no perciben la presencia de un intermediario, significa que el traductor ha hecho un trabajo ejemplar. Por otra parte, y retomando el requisito indispensable de la creatividad para ser traductor literario, no estaría de más que en un mundo tan globalizado como este, donde la traducción es imprescindible, nuestro trabajo no estuviese tan a la sombra.

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Si un texto traducido te encanta, te engancha y te parece ingenioso o si crees el nombre de  un personaje es gracioso, dale las gracias al escritor al que se  le ocurrió la idea y también al traductor que se las ingenió para transmitirla. Porque, entre una  infinidad de ejemplos dignos de mención, si Bilbo Baggins es Bilbo Bolsón y Winterfall es Invernalia en español, es gracias a la labor de traducción.

¡A la mesa, traductores! – Traducción gastronómica

¡A LA MESA, TRADUCTORES!

Ya estamos en el mes de mayo… ¿cuántas personas estarán planeando sus vacaciones de verano? ¿Qué país querrán visitar? Viajar a otro país no consiste solamente en recorrerse las calles del centro, ir a los puntos más emblemáticos y admirar los monumentos. El turismo gastronómico está a la orden del día. Cuando vamos al extranjero, nos mostramos dispuestos a empaparnos de la cultura en la que nos adentramos. Eso incluye la comida. Hablaremos de la traducción gastronómica

traducción gastronómica 1

Pero ya el humorista Goyo Jiménez bromeaba con el hándicap de tener que leer la carta de un restaurante en otro idioma y decía: «¡Como en España, en ningún sitio, de verdad!». Claro, porque por mucho que nos guste probar cosas nuevas, queremos saber qué nos estamos llevando a la boca. ¿A que sí?

Esa es precisamente la razón por la que existe la traducción especializada en gastronomía. Esta rama de la traducción se encarga de traducir las cartas y páginas webs de restaurantes, así como los libros de recetas, por ejemplo.

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Dificultades de la traducción gastronómica

Estos textos requieren cierta especialización porque no son una mera lista de alimentos. Los platos típicos, sus ingredientes, la forma de prepararlos y de presentarlos están indudablemente impregnados de su cultura original. A este respecto, debemos señalar que la combinación lingüística con la que estemos trabajando también determinará las posibilidades de adaptación del texto. En esta ocasión nos centraremos en la traducción de inglés y español.

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Una de las dificultades que nos encontraremos con toda certeza en la traducción de recetas son las unidades de medida. Los ingleses se manejan con ounces (oz) y con pounds (lb), mientras que en España solemos utilizar gramos y kilogramos.

Otra gran dificultad es que a menudo los usuarios de la cultura origen y los de la cultura meta no tienen acceso a los mismos ingredientes. Esto puede ocurrir porque en la cultura meta no exista la costumbre de consumir el producto del texto original. También podemos encontrarnos recetas que recomiendan, por sus características, una marca específica que no se comercializa en el país meta. ¿Cómo podemos traducir una receta para un destinatario que desconoce los ingredientes utilizados?

traducción gastronómica 4

 

También debemos tener en cuenta que la terminología puede variar según la zona geográfica para la que estemos traduciendo. En Argentina se habla español, pero allí un «batido» es un « licuado».

Además, los platos típicos de un país se caracterizan precisamente por no ser internacionales. Por tanto, no existe una forma de denominar esa preparación en el extranjero. ¿Cómo podemos hacer entender en qué consiste un plato si no podemos traducir su nombre?

Soluciones para la traducción gastronómica

Ante todo, es fundamental que quien se encargue de traducir entienda el texto que tiene delante. Debemos tener presente también quiénes son los receptores del texto original y del texto meta, así como sus respectivas culturas. El factor cultural no podemos pasarlo por alto, porque estos textos son especialmente susceptibles de necesitar adaptación para sus destinatarios. De ahí que de su traducción no pueda encargarse cualquiera, si se desea conseguir un resultado óptimo.

traducción gastronómica 5

Las unidades de medida habría que adaptarlas, empleando las que suelan utilizarse en la cultura meta y haciendo la conversión correspondiente de las cantidades. También habrá que explicar los ingredientes extraños. Si el receptor meta no tiene posibilidad de conseguir el ingrediente indicado por diferencias geográficas o culturales, habrá que plantear la posibilidad de sustituirlo por uno parecido que sí conozca.

Como muchos platos típicos no tienen una traducción acuñada, es frecuente recurrir a describirlos en las cartas de los restaurantes. Esta es una buena solución para informar a los clientes turistas de lo que se les está ofreciendo. Sería la solución factible para explicar qué es el «cocido madrileño» o la «fabada asturiana», por ejemplo. Sin embargo, este recurso no sirve solo para ayudar a los extranjeros. La amplitud del mundo gastronómico incluye platos extremadamente locales que ni siquiera los de la región vecina conocen. Muchos sevillanos, por ejemplo, no comprenderían qué son los «paparajotes de Murcia» si no se añade alguna explicación.

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Más ejemplos de traducción gastronómica

Hay platos típicos que se han hecho mundialmente famosos gracias a distintos tipos de adaptación al idioma extranjero. El gazpacho, por ejemplo, no cambia de nombre, pero se conoce como una sopa fría de tomate hecha con hortalizas crudas y que se sirve fría. Si se desconoce el plato, es importante incluir la descripción completa, porque la sopa de tomate es una comida distinta. Lo que nosotros llamamos «tortilla de patatas», los ingleses ya lo conocen como «Spanish omelette», al igual que nosotros denominamos «tortilla francesa» a la que no lleva patata. De ese modo, se destaca el lugar de origen de esa delicia, lo cual también llama la atención de los turistas.

Para este tipo de textos, es mejor huir de las traducciones literales, ya que inducen a errores graves. Si traducimos literalmente «brazo de gitano», «huesos de santo» o «lenguas de gato», los turistas huirán del restaurante, en vez de sentarse a probarlo.

Así pues, traductores, sentémonos a la mesa para ayudar a los turistas a degustar cómodamente las delicias de la cocina española.

 

Está en peligro la figura del traductor?

¿Está en peligro la figura del traductor?

¿Está en peligro la figura del traductor?

A medida que avanzan las nuevas tecnologías y salen al mercado nuevas aplicaciones de traducción automática, también aumenta la incertidumbre sobre si algún día, estos sistemas conseguirán desbancar al traductor ¿puede estar en peligro la figura del traductor?

Desde que estas aplicaciones se basan en el deep learning y no tanto en la estadística, cada vez abarcan más ámbitos, más vocabulario y modifican su sintaxis para que el texto resulte más idiomático. Tanto es así que muchos sostienen que, un texto traducido automáticamente y posteriormente revisado por un traductor, resulta igual de válido y correcto que una traducción hecha exclusivamente por un profesional. En algunos casos, dicen que con esta primera alternativa, se obtiene un resultado incluso mejor.

Algo parecido ocurre con el papel de los intérpretes. Ahora existen aparatos informáticos multilingües como Travis the translator, iTranslate o Speak & Tanslate, que permiten ir traduciendo a medida que el interlocutor habla, por lo que estos también podrían relegar el toque humano a un segundo plano. Es cierto que a utilidad de estos dispositivos es innegable en ciertos contextos al fomentar la comunicación entre dos personas que hablan idiomas distintos. E incluso pueden ser una buena alternativa para aquellos que viajan mucho y pasan una semana aquí y otra allí. Pero, ¿hasta qué punto son buenos? Estos aparatitos pueden sacarnos de un apuro en un momento, pero la realidad es que la comunicación se convertiría en algo mucho menos personal.

¿Hasta dónde llega su alcance?

Hay cosas que las máquinas todavía no son capaces de traducir: distintos sentidos y miles de matices que solo podemos saber gracias al contexto. Así mismo, las frases hechas, los usos metafóricos, los refranes, etc., aún están lejos de la comprensión de la inteligencia artificial. Sin embargo, esto está empezando a cambiar.

Está en peligro la figura del traductor?

Pongamos como ejemplo el traductor de Google. Antes, la herramienta estaba bastante desmejorada, ya que traducía palabra por palabra, no conjugaba bien los verbos y las concordancias también le bailaban un poco. Sin embargo, ahora su algoritmo se ha actualizado de forma que asemeje su comportamiento a cómo se comportarían las neuronas del cerebro humano. La versión actual, es capaz de analizar la frase en su conjunto y también incluye en su almacenamiento interno distintos campos semánticos que ayudan a ser más exactos a la hora de traducir ciertas unidades cuyo significado no es literal. Y, por si fuera poco, el programa aprende al analizar la información que introducimos.

¿Amigo o enemigo?

Sabemos que estas traducciones no son cien por cien fiables, ni mucho menos, pero para eso está el traductor, para tomar decisiones y dotar al texto de esa naturalidad que los traductores automáticos no son capaces de producir. Por eso, más que ver esas herramientas de traducción automáticas como un enemigo, debemos considerarlas exactamente como lo que son: herramientas. Herramientas que nos permiten traducir de forma más rápida y precisa, que nos ayuden a comprender el sentido general de alguna frase o algún párrafo que nos resulte oscuro.

Por esa misma razón, parece mucho más lógico pensar que la labor del traductor y la de los programas de traducción automáticos no son excluyentes entre sí, sino que ambos pueden trabajar en conjunto. El traductor siempre será necesario para identificar la intencionalidad del texto y los matices de los que hablábamos antes en esas expresiones que no tienen un significado ni una traducción literal.

El traductor se encarga de identificar el estilo, de determinar todos los componentes del texto y lo quiere decir, de dotarlo de emoción. Aquí es precisamente donde la inteligencia artificial no ha salido todavía victoriosa.

 

Feria de Abril

Feria de Abril

En Sevilla, la primavera llega acompañada de la Feria de Abril Es una famosa fiesta sevillana internacionalmente conocida que tiene gran repercusión económica y social. Miles de turistas la visitan cada año.

Familias enteras se reúnen en la feria.  Quienes tienen caseta invitan a sus allegados a pasar allí un buen rato. También es un lugar de reencuentro entre amigos que no se veían desde hacía mucho tiempo.

Actualmente, al pensar en la Feria de Abril sin duda se nos viene a la mente una serie de imágenes muy concretas. Elementos sin los cuales no concebimos esta fiesta. Interminables hileras de casetas donde la  gente come, bebe, canta y baila con alegría al son de las sevillanas.

La característica indumentaria tradicional que no se libra de la influencia de las nuevas tendencias. Calles de albero decoradas con farolillos y repletas de transeúntes que van camino de la Calle del Infierno, donde están las atracciones, que son la ilusión de los pequeños. Allí la música moderna y el llamativo  juego  de luces  va acorde con el  ajetreado ir y venir de quienes se quieren divertir.

Los viandantes se van acercando a los distintos puestos, que no son solo de juegos, sino que ofrecen todo un repertorio de dulces y caprichos que llevarse a la boca para calmar el apetito mientras seguimos de fiesta. Ahora, los puestos de chocolate con churros, especialmente apropiados para el desayuno de los feriantes que se han pasado la noche de juerga, no pueden faltarferia de abril

Los origenes

este tradicional acontecimiento, con más de ciento setenta años de historia, no era en sus inicios como lo entendemos hoy día. En sus orígenes, la feria de Sevilla era una feria de compra y venta de ganado. Comenzó en 1846 con concursos que premiaban a los bueyes de más peso. Ya tenían presencia en esta feria los caballos y los jinetes de escuela española, aunque por aquel entonces se mezclaban con toros y carneros. También había casillas de lona que daban sombra a los tenderos, donde ellos cerraban sus tratos comerciales. Pero las casetas surgieron en 1849, cuando se instalaron por primera vez una especie de tiendas de  campaña para vigilar el recito ferial, porque también la duración de la feria fue en progresivo aumento. Por el contrario, la actividad comercial se fue reduciendo para propiciar el cante y el baile. Tampoco el Alumbrado era como lo conocemos en la actualidad, ya que los primeros fuegos artificiales de la feria no llegaron hasta 1864 y la primera lámpara eléctrica llegaría una década más tarde. Los farolillos no empezaron a colocarse hasta 1877.

feria de abril

A continuación nos centraremos en una tradición que, desde la perspectiva actual, está estrechamente ligada con la Feria de abril: la de la indumentaria que la acompaña.

Lo cierto es que el origen del conocido como  «traje de gitana», «traje de flamenca» o «traje de sevillana» es muy humilde.  Este se remonta a las batas de volantes que las campesinas y gitanas utilizaban como traje de faena. Ellas acompañaban a sus maridos a la feria de ganado con una bata de volantes bordados y un delantal. Fue en 1929, en la Exposición Iberoamericana de aquel año, cuando el traje de gitana recibió el reconocimiento oficial de indumentaria para acudir a la feria. Así pues, se ha convertido en un referente de la cultura española  por todo el mundo.

A los traductores, una celebración de calado internacional como esta, tan repleta de términos específicos con los que se la asocia, no puede pasarnos desapercibida. Para facilitar la inmersión cultural de los extranjeros que visitan nuestra feria, incluimos a continuación un glosario. En esta ocasión nos centraremos en los términos específicos de la indumentaria tradicional de la feria de abril, tanto para ellas como para ellos.

GLOSARIO

  • Traje de flamenca → flamenco outfit. Although changing the original design, there is a range of different styles for flamenco outfits nowadays. It does not matter whether it is long or short, a long-sleeve or a short-sleeve dress. But it must have flounces.
  • Volantes → Flounces
  • Mantón de Manila/mantoncillo → It is a fringed shawl worn over the shoulders.
  • Peineta → It is a hair comb used as ornament that holds the flower (usually a rose) on the hair.
  • Cuñas de esparto → wedge espadrilles. They are a type of shoe used as a common alternative to the high heels when wearing the flamenco outfit.
  • Faltriquera → As the traditional clothes worn for this occasion are very specific, many flamenco outfits include a pouch so that women do not need to wear a bag for taking their belongings.
  • Traje de corto → This is the outfit traditionally worn by men for this festival. It consists of a shot jacket, tight trousers, a pair of boots, a tie and a hat called “cordobés”.

 

«Una buena traducción es como un tanga: no debe notarse»

«Una buena traducción es como un tanga: no debe notarse»

En general, el mundo de la traducción es bastante invisible y suele pasar desapercibido. Y no hablemos de la interpretación, esa gran desconocida para muchos. Los traductores reivindican visibilidad y reconocimiento por su trabajo, ya que casi nunca se nos nombra.

Por el contrario, si hemos traducido un texto que parece redactado en español y  no llama la atención, habremos conseguido uno de nuestros objetivos. El texto no suena a traducción. Una vez en una charla el traductor Xosé Castro dijo algo que se me quedó grabado: «Una buena traducción es como un tanga, no tiene que notarse». Y no puedo más que darle toda la razón.

 

«Una buena traducción es como un tanga: no debe notarse»

 

Sin embargo, no es del todo malo que la traducción, en cierto modo, pase desapercibida. Si te dedicas a la traducción, habrás escuchado en innumerables ocasiones eso de «este texto suena a traducción».

Si nos percatamos de que un texto no nos suena de forma natural en español, es debido a que probablemente se trate de una traducción (que puede que esté demasiado pegada al original).

¿Cuando lees un libro de un autor extranjero, te sueles fijar en el traductor? ¿Y cuando abres una aplicación en el móvil, sabes si se ha traducido el software? ¿Y cuando vas al cine a ver una película? Vivimos rodeados de traducciones y apenas somos conscientes. A medida que el mundo se globaliza e internacionaliza cada vez más, aumentan las traducciones.

Visibilidad en los medios

Como hemos visto, hay ocasiones en las que es mejor pasar desapercibido. Por el contrario, nuestro trabajo puede estar bien hecho y aun así llamar la atención.

La semana pasada, varios traductores se quejaron al programa Página Dos de RTVE porque no los mencionaban. Es un programa cultural sobre literatura tanto nacional como internacional. La polémica se presenta cuando los libros son de carácter internacional y el presentador no menciona al traductor que ha hecho posible que nosotros, como lectores españoles, podamos acceder a esa obra. No es la primera vez que el gremio se pone en contacto con el programa para que nombren a los traductores, pero a día de hoy todavía no han conseguido su objetivo.

 

«Una buena traducción es como un tanga: no debe notarse»

 

En respuesta a la petición han anunciado que incluirán el nombre de los traductores en redes sociales. Aun así, dicen que debido a los límites gráficos del programa televisivo sería imposible incluirlos en este formato. La mayoría de traductores sigue en desacuerdo y sigue intentando conseguir su objetivo. Los traductores literarios son también autores de la obra que traducen, según lo reconoce la Ley de Propiedad Intelectual. Esperamos que se nos reconozca pronto y que no se nos invisibilice en los medios de comunicación.

 

 

 

 

Especializarse

Intrusismo en la traducción

Intrusismo en la traducción

Debido a la crisis económica, el intrusismo en la traducción está a la orden del día. Toda la población activa busca una forma de ganarse la vida, independientemente de la formación que hayan recibido. La profesión del traductor es una de las más afectadas por el intrusismo laboral, porque, actualmente, para casi cualquier trabajo se exige cierto nivel de idiomas.

Así pues, encontramos con frecuencia a especialistas de cualquier ámbito que, por tener un certificado de Cambridge, ya se consideran capacitados para traducir profesionalmente. Pero, señores, saber inglés no es saber traducir. Si fuera así, estudiar inglés en una academia durante cuatro años sería lo mismo que estudiar la carrera de Traducción. Y formación tampoco se distinguiría de la de Filología ¿no? Nada más lejos de la realidad.  Como decía, saber inglés no es lo mismo que saber traducir, al igual que tener ciertos conocimientos sobre una materia no basta para poder enseñarla.

intrusismo en la traducción

También hay gente que cree que traducir consiste en cambiar una palabra por otra utilizando un diccionario. No es así: la profesión del traductor va mucho más allá de eso. La dificultad radica en saber elegir cuál es la palabra perfecta, teniendo en cuenta el contexto. Para eso el diccionario no es suficiente. El contexto no es solo el tipo de texto que se traduce, sino la finalidad del mismo, entre otros factores. No solo la lengua origen, sino también la lengua meta y por supuesto las diferencias culturales juegan un papel fundamental en la traducción. Es esencial conocer los elementos culturales de los idiomas de trabajo y saber cómo tratar esos vacíos para traducir bien.

intrusismo en la traducción

¡Intrusismo en la traducción!

Ser bilingüe o haber pasado una larga temporada en el extranjero son experiencias que te pueden ayudar como traductor. Pero eso no lo es todo. Traducir implica tomar constantemente decisiones que afectan a los distintos aspectos que forman parte de la traducción. Todo traductor debe plantearse quién es el emisor del texto, para quién se traduce y para qué se traduce. Y debe hacerlo antes de ponerse manos a la obra. ¿Por qué? Porque no es lo mismo traducir un libro infantil que literatura para adultos. Tampoco se traduce igual un texto para un soporte audiovisual  que para uno impreso. También varía la traducción de subtítulos con respecto a la del doblaje, aunque el texto original sea el mismo.  No es lo mismo traducir una receta de cocina para chefs profesionales que para principiantes. Tampoco es lo mismo traducir un ensayo clínico que un texto administrativo.

Es necesario conocer las estrategias de traducción para saber utilizarlas. Hace falta conocer bien la norma para saber decidir cuándo transgredirla. Aunque con mucha práctica y más empeño uno puede hacerse a la dinámica de esta profesión, la carrera te prepara. Son cuatro años de formación traduciendo expresamente para especializarte en ello. Son cuatro años ganados de experiencia en traducción. Cualquier otro estudio podrá ser útil y complementario. Pero a traducir se aprende traduciendo.

 

Notas y anotaciones en traducciones juradas

¿Nota o derrota del traductor?

¿Nota o derrota del traductor?

Estás tranquilamente leyendo una novela y, de repente, ¡PUM!, encuentras un numerito pegado a la palabra que te redirige a la parte de abajo de la página.

¿Te ha pasado alguna vez? ¿Te ha sentado fatal tener que detener la lectura para leer esa nota? Sí, estoy hablando de las famosas «notas del traductor», también conocidas como «N. del T.». Las hay para todos los gustos, de todos los tamaños, formas y colores. Incluso de una página.

Notas y anotaciones en traducciones juradas

Como norma general (excluyendo la traducción jurada), si preguntas a cualquier traductor, te dirá que las notas hay que evitarlas a toda costa. Nuestro trabajo consiste en trasladar textos de un idioma a otro, de una cultura a otra. Consiste en transmitir lo mismo al lector del texto original que al lector del texto traducido. Si ponemos una nota al pie, no estaremos transmitiendo lo mismo, ya que hemos hecho que el lector deje el texto principal de lado por un momento para leer la nota.

Las notas del traductor pueden ser, por ejemplo, juegos de palabras o dobles sentidos en la lengua original a los que el profesional ha sido incapaz de encontrar solución. A los traductores nos gustan este tipo de retos y cuando encontramos una buena solución que resuelve el problema, no podemos sino sentirnos orgullosos del resultado. Por eso a veces las notas del traductor son derrotas del traductor. El traductor se rinde en su intento y recurre a la nota al pie, que debería ser en algunos casos el último recurso (y no el camino fácil y más rápido).

Aun así, hay clientes y editoriales que no permiten incluir notas al pie a los traductores y existen incluso tipos de traducción subordinada, como la audiovisual (doblaje, subtitulación y voz superpuesta), en los que es imposible incluir una nota.

Notas y anotaciones en traducciones juradas

La traducción jurada es un mundo en sí mismo. Si veníamos diciendo que era preferible evitar las notas a toda costa, aquí os diré que a veces son obligatorias. Distinguiremos primero entre nota y anotación. Por nota entendemos la nota al pie de página de la que estábamos hablando antes y por anotación, toda información que el traductor añade en el cuerpo del texto [entre corchetes y en cursiva].

Este tipo de información suele ser imprescindible, ya que tenemos que indicar todos los elementos que aparecen en el original (firmas, emblemas, sellos, timbres, información manuscrita ilegible…). Asimismo, las notas al pie suelen utilizarse en documentación académica en la que todavía no se ha llegado a un acuerdo de equivalencia.

Como veis, en traducción todo depende de muchos factores, pero sobre todo, depende del contexto.

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consejos para un traductor

Algunos consejos para el traductor

Algunos consejos para el traductor

En numerosas ocasiones, el traductor se ve absorbido por la cantidad de trabajo que recibe o por la urgencia del encargo. Entonces es cuando nos embarga el estrés. La sensación de que nos faltan horas en el día para hacer nuestro cometido. Por eso, hoy queremos ofrecer algunos consejos que pensamos que pueden ser útiles para encauzar el día a día del traductor.

Prioriza las tareas pendientes

Priorizar las tareas y los encargos sigue siendo fundamental a la hora de saber por dónde debemos empezar. No sirve de nada que empecemos a traducir un documento para dentro de una semana desde primera hora de la mañana si tenemos otros proyectos más urgentes. Lo mismo ocurre cuando no estamos completamente familiarizados con la terminología o el tema que trate el texto. Se puede llegar a perder mucho tiempo si interrumpimos nuestro trabajo constantemente. Por eso, prever qué nos va a llevar más tiempo y de qué debemos ocuparnos antes de empezar a traducir puede ahorrarnos muchos quebraderos de cabeza.

 Invierte en comodidad

El hecho de que nos pasemos horas sentados en el escritorio mirando una pantalla de ordenador puede ser causa de fatiga, dolores de cabeza y problemas de espalda entre otros. Invertir en un buen equipo de trabajo, es la solución perfecta para mantener nuestro ritmo de trabajo durante más tiempo sin sufrir esos temidos achaques. Con esto nos referimos a hacernos con una silla que se adapte a nuestra espalda o comprar un teclado ergonómico e incluso un filtro de pantalla que cuide nuestra vista.

 Ármate de recursos

Ármate con los mejores recursos que faciliten tu trabajo. Hazte tus propias bases de datos, glosarios y memorias. Invierte en herramientas TAO y no tengas miedo de recurrir a la traducción automática. Hazte experto en estas tecnologías, aprende sus atajos y cómo sacarles el máximo partido. No descartes nada, no sabes cuándo puede hacerte falta. Y es que las nuevas tecnologías están tan en boga que incluso aquellos que se aferran a lo tradicional, deberán tenerlas como sus aliadas.

Aprende a decir que no

No es malo dejar pasar un proyecto si no estás seguro de que vas a poder llevarlo a cabo. Es preferible renunciar a él antes que intentar realizarlo cuando no tenemos las herramientas, el tiempo y, a veces, ni la capacidad para ello. El resultado puede ser catastrófico. No solo perdemos tiempo, calidad y la confianza del cliente si la traducción no queda a su gusto, sino que nuestra reputación como traductores puede menguar.

 Descansa

Levántate, da una vuelta, aléjate de la pantalla del ordenador durante cinco o diez minutos. No somos máquinas y, por tanto, no podemos trabajar durante más de un cierto número de horas seguidas sin saturarnos. Hacer descansos de vez en cuando nos ayudará a relajar la mente y la vista, desentumecer el cuerpo y a ver las cosas de distinta manera.

consejos para un traductor

Busca un buen ambiente de trabajo

Lo ideal sería trabajar en un entorno que facilite nuestra concentración, alejados de molestos ruidos y distracciones. Admitámoslo: a nadie le gusta perder el hilo de lo que está haciendo cuando por fin se ha puesto a darle a las teclas. Claro está que esto no siempre es posible. Si eres capaz de estar en medio de ese zumbido que flota en el ambiente sin que afecte a tu trabajo, tienes suerte. Para los que nos distraemos con mayor facilidad, existen cascos que aíslan del ruido. También podemos usar los tapones de toda la vida. Lo que está claro es que nuestro trabajo exige mucha concentración. Por eso mismo sería estupendo si logramos reducir al mínimo el número de distracciones que hay a nuestro alrededor.

No somos diccionarios

Aunque domines ciertos idiomas y tus campos de especialización a la perfección, es imposible que lo sepamos todo. Siempre se nos puede escapar algún matiz que encaje mucho mejor en el contexto. Si no estás seguro, mejor búscalo. La mayoría de los fallos de este tipo podemos solventarnos bien a medida que traducimos o cuando revisemos el texto, un paso del que tampoco podemos olvidarnos.

Sigue formándote

Investiga sobre diversos temas, lee artículos y amplía tu visión y tus conocimientos acerca de distintos temas. No te limites simplemente a traducir: asegúrate de que lo que estás traduciendo es así. Sigue formándote en los idiomas que ya dominas, aprende palabras nuevas y desarrolla distintas habilidades que puedan serte útiles en tu trabajo. La traducción, al estar ligado al mundo de los idiomas, es un campo que está en constante cambio. Por eso, de vez en cuando es bueno actualizar nuestro disco duro interno. Una buena opción es visitar distintos blogs y portales de traducción y de distintas especialidades. Y ya no solo eso, sino que debemos ver de qué pie cojeamos, en qué solemos equivocarnos más y cómo podemos solucionarlo. Solo así mejoraremos como traductores.

Marca tus propios límites y objetivos

Tanto a nivel de carga de trabajo como en tu vida profesional. Tú, que te conoces mejor que nadie, sabes hasta dónde eres capaz de llegar y en qué dirección quieres seguir avanzando. Especialízate en el área que mejor encaje con tu perfil y que más satisfacción personal te dé. Sé perseverante, ten paciencia y esfuérzate.  Llegará el día en que llegues a la meta.

 

Especializarse

Especializarse o no especializarse, esa es la cuestión

Especializarse o no especializarse, esa es la cuestión

Decisiones, decisiones y más decisiones

El mundo de la traducción está lleno de constantes decisiones. Me atrevería a decir que no hay un solo texto en el que el traductor no haya tenido que tomar una decisión, normalmente importante, sobre algún término o frase del mismo.

En la carrera de Traducción e Interpretación, los alumnos nos tenemos que enfrentar a decisiones que irán, poco a poco, marcando nuestra futura trayectoria profesional. Desde la combinación lingüística, pasando por decidir si queremos dedicarnos a la traducción o a la interpretación, hasta elegir nuestra especialización. ¿Pero son estas decisiones excluyentes?

Cuanto mayor es el grado especialización, más posibilidades hay de realizar una buena traducción. Una persona que ha estudiado y se ha formado como intérprete tendrá más soltura y se sentirá más cómoda que una persona que solo se ha especializado en traducción. ¿Pero pueden ser los traductores e intérpretes versátiles? Por supuesto que sí. Y los hay muy buenos.

En cuanto a la especialidad traductora hay un sinfín de posibilidades: jurídica, técnica, económica, científica, médica, turística, gastronómica, audiovisual, localización y un largo etcétera. ¿Esto quiere decir que si yo me especializo en traducción audiovisual no pueda traducir textos científicos? La respuesta a la pregunta es complicada. Una de las asignaturas más importantes de la carrera es Documentación. Un buen traductor debe saber documentarse muy bien. A veces incluso el proceso de documentación lleva más tiempo que el de traducción propiamente dicho. Lo ideal sería que un traductor formado tanto en física como en traducción tradujese un texto sobre física cuántica. Pero la realidad es que no hay tantos traductores especializados en dos carreras. Por eso la documentación es un paso tan importante.

¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Es cierto que en ocasiones el traductor decide hacer algún máster o curso para especializarse en alguna de las miles de posibilidades, pero hay ocasiones en las que el hábito hace al monje. Os explico a lo que me refiero. Muchas veces, cuando un graduado empieza a meter la cabeza en el mundo profesional de la traducción, suele aceptar encargos de moda, marketing o química, por poner un par de ejemplos. Si da la casualidad de que está trabajando para una empresa en la que todos los textos son especializados en meteorología, el traductor (sin formación meteorológica previa) acabará por convertirse en especialista en este campo.

El final del grado no es más que el principio

Especializarse

El final del grado no es más que el principio de múltiples posibilidades. Podemos seguir estudiando, seguir formándonos o empezar a trabajar como autónomos o en plantilla. Antes de lanzarnos de cabeza a estudiar un máster, debemos plantearnos si no lo hacemos como excusa para alargar nuestra (quizás temida) salida al mundo laboral. Si realmente estás seguro de que el máster te va a ayudar a especializarte, ¡adelante con ello! Un buen traductor está en continua formación y aprendiendo siempre algo nuevo.

Antes de despedirme, me gustaría compartir con vosotros un consejo que nos dio un profesor la semana pasada. Antes de lanzaros a hacer mil cursos o matricularos en másteres muy caros, barajad la posibilidad de la autoformación. Los traductores estamos siempre reciclándonos y aprendiendo a usar nuevas herramientas. Es cierto que uno no se puede autoformar en todo. Sin embargo, si, por ejemplo, tuvieseis que aprender a usar programas como InDesign, MemoQ o Xbench para futuros encargos, trastead e investigad. Mirad tutoriales en internet o invitad a unas cervezas a un colega que sepa utilizarlo para que os enseñe. No solo os ahorrareis dinero, también aprenderéis a desarrollar la intuición a la hora de enfrentaros a un programa por primera vez.

Espero que este artículo os haya resuelto posibles dudas y os anime a seguir aprendiendo de una forma u otra.